La imagen de la torre inspira gran temor porque en ella se
ve la caída inminente, el fracaso y la falla, asociada al castigo, la ira
divina y, el terrible pecado de la vanidad.
Ciertamente nos es difícil aceptar como regalo cualquier
tipo de retroceso, pero pasado todo el trauma que nos genera cualquier pérdida,
una vez procesado el duelo; nos es posible vislumbrar y entender que en
realidad se nos ha brindado una nueva oportunidad.
Entendemos que la torre es de por si la construcción de
cualquier proyecto sobre prácticamente la nada misma. Una relación basada en
mentiras, un trabajo obtenido con falsos datos curriculares o sin preparación. En
fin, siempre que hablamos de la torre, aceptamos irremediable mente ya sea de
forma consciente o inconsciente, la idea de la empresa fallida.
Para comprender la profundidad de la torre, es necesario
comprender dos cosas: la primera es que nada tiene que ver con Dios, el
concepto de castigo divino o la torre de Babel. El arquetipo del castillo de
arena
construido a la orillas del mar, del proyecto mal encarado, es tan
antiguo como la misma humanidad. Segundo; el concepto de la Torre, es la
crónica de la muerte anunciada; esto quiere decir que, en el fondo sabemos o al
menos intuimos que nuestra empresa, sea cual sea, está destinada a caer.
Entonces que nos regala la Torre, el conocimiento de que no
estamos haciendo las cosas bien, de que vamos a fallar; pero fallando estamos
liberando el camino para iniciar nuevamente, desde cero y con la experiencia
adquirida de la caída anterior.
Lucía del Mar
Es mi año personal de la torre...
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