
Es difícil pensar en esta carta como algo más que una señora
sabia e inmaculada. De conducta intachable y casi sin deseos terrenales. Cubierta
en las vestiduras del propio sumo pontífice de la fe católica, no puede ser
menos que el aura prístina divinidad femenina.
La casta sacerdotal inicialmente era íntegramente femenina,
como tales su trabajo era el de ser nexo entre el hombre y la Diosa Madre, a
quien se honraba y pedía por el éxito de las cosechas y la fertilidad en
general.
Las sacerdotisas eran mujeres devotas y muy letradas por lo que la impresión
de castidad, sabiduría y conocimientos esta bien dada. Sin embargo a medida que
paso el tiempo esta imagen se vio afectada por el cambio que sufrió la Diosa
Madre, que siendo antes una única divinidad femenina, evoluciono para
convertirse en innumerables y duales
representaciones de si misma, dividida en diferentes panteones, dioses y
diosas.
Para este momento la antes mencionada castidad, según practicas
y creencias religiosas, se convierte en ’prostitución sagrada’, es aquí donde
la imagen sacra y asexuada de la sacerdotisa se ve convertida en una imagen sexualmente
poderosa, que encontró la divinidad en su cuerpo y le rinde culto sin culpas.
Un ejemplo de