Debo reconocer que la templanza es una de las cartas que
menos me agrada, dada mi personalidad revoltosa La Templanza y yo “chocamos”
bastante. Sin embargo eso es algo personal y de ninguna manera la convierte en
una carta positiva o negativa para los demás. Pasemos a los hechos y datos que
convierten a la Templanza en lo que es, indiferentemente de mis pensamientos.
El arcano XIV se ve en casi todas sus representaciones
gráficas como un ángel o una dama que está en constante equilibrio entre
diferentes mundos y situaciones, y su impasibilidad ante las inclemencias de la
vida, situaciones y elementos; es legendaria. La Dama permanece en total armonía
con todos los medios y elementos que la rodean sin perder el temple ni verse
afectada por los mismos. Estando entre el
cielo y la tierra, entre el sol y la
luna, entre el agua y la grama, balanceando con gracia el elixir de la vida
eterna de un cántaro a otro. No es muy difícil adivinar cuál es su regalo,
luego de la dolorosa lección del arcano 13; la templanza nos forma el carácter,
no solamente en el mundo terrenal y sus dolorosos o felices acontecimientos; también
en el plano espiritual. En la eterna búsqueda del ser, la templanza nos
permitirá explotar nuestra espiritualidad sin perder tierra y salir flotando en
los humos místicos de la iluminación 2.0.
De igual manera nos encontramos manteniendo el equilibrio
entre la perdida y la vida cotidiana; entre el éxtasis y el juicio; entre el
deseo y el deber…De esta forma podemos afirmar sin equivocarnos, que el principal
obsequio de la templanza es el EQUILIBRIO. La capacidad de fortalecer la
personalidad, el espíritu y la mente evitando caer en cualquiera de los dos
extremos; pues somos polares.
Lucía del Mar
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